España, y Europa toda no han descuidado sus trenes, el continente todo, está convencido de sus bondades. Siguiendo está línea estratégica, han hecho inversiones básicas en cosas que realmente bien valen la pena…
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Está estructura económica que resulta esencial, y se integra con otros servicios de excelencia, es casi seguro que disimulará para luego despejar más o menos rápidamente los efectos de su crisis financiera actual. Si a ello le sumamos que el continente europeo disfruta de una base económica sostenible y sana, (recordemos que países como por ejemplo: la Argentina que ocupa el tercer lugar en el mundo en cuanto a inflación), no podemos menos que concluir que, Europa no ha de sucumbir y seguirá siendo uno de los faros del mundo que no se pueden dejar de mirar.
Países como Argentina se hicieron grandes con la ayuda del tren, un servicio que supo contar con miles y miles de kilómetros de vías férreas que recorrían de un punto a otro su extenso territorio y daba trabajo a miles de personas de forma directa e indirecta. Hoy, la Argentina se a convertido en un país con un servicio deficiente y escaso de trenes, de a poco está volviéndose en un país inhabitable por la congestión y la inseguridad, que presenta la creciente y acelerada proliferación de automóviles, camiones y colectivos.
La experiencia de España, coloca casi dramáticamente a los argentinos en la médula del problema.
Algo que puede maravillar a cualquier argentino es la razonable cantidad de automóviles y autobuses que transitan la ciudad de Madrid, ciudad con más de cinco millones de habitantes (algo más que en la ciudad de Buenos Aires la capital de Argentina), donde este tipo de transporte no resulta complicante. Madrid es una ciudad habitable, no aglomerada, con varias calles peatonales que -incluso- pueden abordarlas algunos automóviles, algo que sus conductores, de tener que hacerlo lo hacen con sumo cuidado y educación, conviviendo en dichas arterias de paseo con la gente. El secreto es que bajo su suelo transitan kilómetros de transporte subterráneo, 320 km. de red y 685 millones de viajeros para Madrid, seguida muy de cerca por Barcelona, con 123 km. y 405 millones de viajeros.
A esto debemos unirle los servicios de Alta Velocidad Española (AVE), que reducen el tiempo de desplazamiento a la mitad de en auto, con lo que se descongestionan las rutas y alcanzan velocidades de entre 180 y los 250 km/h. Llegando a alcanzar la velocidad máxima en sus trenes de 300 km/h y su velocidad punta es de 356,8 km/h.
Tratar de entender esto con la mirada argentina es embarcarse en la más absoluta de las utopías, simplemente es algo que se encuentra a años luz de que pueda hacerse realidad.
España, toda Europa y los países emergentes no han descuidado los trenes, Argentina pareciera sentir por ellos el más absoluto de los desprecios.